El valor supremo durante el
envejecimiento.
Estamos en el tema,
Es indiscutible que todos los
valores, sin excepción, son necesarios para el pleno desarrollo y felicidad de
la persona.
Pero hay algunos valores que son
imprescindibles y de gran ayuda durante el proceso de envejecimiento.
En esta ocasión hablaremos del
primero de estos valores, del valor humano por excelencia: Dignidad humana, en
clave de envejecimiento.
Primero definamos qué es la dignidad humana, en términos
genéricos.
“Dignidad, es el valor supremo,
irrenunciable e inviolable, propio de todo ser humano, independientemente de su
edad, raza o condición social; sexo, ideas políticas o religiosas”.
Todos somos dignos e importantes, por el mismo hecho de ser
personas.
Ahora bien, analizando esta
definición, en clave de envejecimiento, descubrimos algunos prejuicios muy
generalizados, específicamente algunas ideas y sentimientos equivocados y
negativos que nos hacen pensar y sentir, empezando con muchos adultos mayores,
que al envejecer, la persona como que va perdiendo dignidad y, por
consecuencia, estas ideas, obviamente erróneas, generan sentimientos de
inseguridad, de minusvalía e infelicidad en la medida que vamos envejeciendo.
Veamos tres de estas ideas erróneas sobre el proceso de
envejecimiento -casi automáticas- que vienen ligadas a sentimientos negativos
que nos hacen sentir, indignos e infelices:
- Idea negativa de la vejez, que la ligamos con sentimientos de tristeza y soledad.
- Idea negativa de la jubilación, ligada comúnmente a sentimientos de ociosidad, improductividad e inutilidad.
- Idea negativa de nuestra propia persona e historia, la cual ligamos con sentimientos de insatisfacción, incluso de fracaso y, muchas otras, con sentimientos de culpa por lo que no hicimos o por lo que hicimos mal en nuestro pasado.
En conclusión, dignidad en clave
de envejecimiento, es el valor supremo e irrenunciable, del que goza todo
adulto mayor, sin excepción, que sea como haya sido nuestro pasado y a pesar de
todas las limitaciones propias de la edad, nos da la certeza de que somos
valiosos e importantes, con todo derecho y oportunidad, a seguir viviendo
dignamente felices.
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